Mejorando los hábitos gracias a la psilocibina
Una de las cosas que te vas dando cuenta con el paso de los años, es que nos convertimos en aquello que hacemos repetidas veces, es decir, los hábitos adquiridos. Por ello, os queremos presentar un análisis interesante acerca de nuestros mejores aliados para sobresalir por encima de uno mismo.
Una investigación reciente muestra cómo las experiencias psicodélicas podrían mejorar su inclinación a llevar una vida más saludable, como mantener una dieta equilibrada, ser físicamente activo y abstenerse de fumar, todo lo cual contribuye a la salud física y psicológica.
Estos cambios pueden ser amplios y abarcar la visión del mundo, las relaciones, las actitudes, las emociones y los hábitos de pensamiento y comportamiento de las personas.
En un reciente artículo de revisión titulado “Psychedelics and Health Behaviour Change” (publicado en el Journal of Psychopharmacology), y presentado en Lucid News, un grupo de investigadores procedentes del Imperial College de Londres y de la Universidad Johns Hopkins – dos de los principales centros de ciencia psicodélica del mundo, y dirigidos por el profesor Pedro Teixeira (Universidad de Lisboa, Director de Investigación del Instituto Synthesis), proponen que las terapias e intervenciones asistidas por psicodélicos pueden ser más ampliamente beneficiosas de lo que se piensa actualmente
La idea central es que las terapias psicodélicas podrían ser aplicables a un amplio espectro de condiciones y comportamientos a través de mecanismos neurobiológicos y psicológicos transdiagnósticos (es decir, compartidos o comunes). En otras palabras, lo que subyace a una amplia gama de problemas psicológicos y de comportamiento sería el hecho de que las personas suelen desarrollar hábitos rígidos de pensamiento, emoción y comportamiento, que llegan a ser demasiado influyentes a lo largo de sus vidas.
A su vez, Teixeira y otros se basaron en trabajos anteriores que utilizaban la “teoría de la autodeterminación”, una de las principales teorías de la motivación humana, que se ha aplicado con éxito a diferentes áreas como la psicoterapia, la promoción de la salud, la educación y el trabajo/organizaciones, para destacar el potencial de las experiencias psicodélicas para aumentar la motivación autónoma para el cambio. En este caso, los mecanismos mediadores clave (en los que, posiblemente, podrían influir los psicodélicos) son un mayor sentido de autonomía personal, competencia y relación.
En un entorno diferente, porcentajes considerables de los participantes que participaron en los estudios sobre la psilocibina en Johns Hopkins para la depresión y para dejar de fumar también informaron de “cambios de comportamiento positivos” como pasar más tiempo en la naturaleza, dedicar tiempo a uno mismo, comportamientos pro sociales como el voluntariado y la adhesión a grupos comunitarios, junto con un mayor compromiso con el arte. Un estudio de seguimiento demostró que muchos de estos cambios (que fueron confirmados por los familiares de los participantes) se mantuvieron durante varios años.
Por último, en un estudio reciente, las microdosis de psicodélicos como el LSD y psilocibina se asociaron con mejoras espontáneas en la práctica de la meditación (49% de los participantes), el ejercicio (49%), los hábitos alimentarios (36%) y el sueño (29%); y con un menor consumo de cafeína (44%), alcohol (42%) y tabaco (21%).
Cada vez hay más consenso en que el aumento de la flexibilidad psicológica y la mayor plasticidad del cerebro son mecanismos clave asociados con el potencial curativo de los psicodélicos, concretamente para la adicción y la salud mental. Si estos y quizás otros procesos (por ejemplo, la autodeterminación, la conectividad) también se traducirán, o incluso predecirán, en mejoras de la autorregulación y la motivación para cambiar los hábitos de vida es algo que la investigación futura tendrá que abordar. Está claro que la sociedad se beneficiaría en gran medida si se encontraran herramientas nuevas y más eficaces para combatir enfermedades como la obesidad, la diabetes, el estrés crónico y el sedentarismo.
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